Tengo una familia hermosa: un esposo amoroso, un bebé que
viene en camino y una mascota muy tierna. Nuestro perro se llama Zeus y todas
las mañanas se levanta con nosotros a las 4:30 am a saludarnos con una gran
emoción, como si no nos hubiera visto en años. Zeus es fotogénico, amigable,
curioso y cariñoso. Casi nunca ladra y siempre quiere jugar con los perros que
se encuentra durante nuestros paseos diarios. Jamás ha atacado a nadie. Saluda
con efusividad a todos los que nos visitan, y si alguien se despide y se va,
incluyendo a las personas que hacen domicilios, Zeus se para en dos patas en la
ventana desesperado para verlo partir, como si se tratara de su mejor amigo.
En resumen, Zeus es el perro más tierno, amoroso y noble que
conozco. A pesar de eso, debe soportar ataques todos los días por parte de
perros y humanos. Incluso hemos recibido insultos. Lo han llamado bestia,
monstruo y asesino. Han dicho frente a mí y mi esposo que es un perro horrible
y que no deberíamos tenerlo. Perros de todos los tamaños, en especial de las
razas favoritas de las familias colombianas como Labrador y French Poodle, han
tratado de morderle el cuello mientras sus dueños se ríen o intentan minimizar
el episodio. Algunos se molestan aunque su mascota sea agresiva. No los
disciplinan ni se disculpan, aunque el asunto podría terminar en un accidente y
yo, además, me encuentro en embarazo.
Otros dueños deciden sólo atravesar la calle y caminar por la otra acera,
aunque a veces sus perros quieran saludar o jugar con el mío. Hacen esto
mientras dicen con aire de superioridad ¡qué perro tan peligroso!
¿Por qué tratan así a un perro tranquilo, amoroso y bien
educado? La respuesta es simple y refleja uno de los peores rasgos de nuestra sociedad:
prejuicio. Zeus es un Pitbull y según ellos, todos los perros de esa raza son
bestias peligrosas. Dicen eso aunque sus perros (Pinscher, Golden, Chihuahua, Schnauzer,
etc.) son quienes atacan a otros y ladran e intentan morder a las personas,
incluyendo embarazadas, adultos mayores y niños. Pero es Zeus el monstruo. Son
ellos quienes sacan a sus perros sin correa ni bozal de manera irresponsable. Son
sus mascotas las que tienen historial de ataques y comportamiento agresivo.
Pero es mi pitbull el de la raza “potencialmente peligrosa”. Es Zeus el que
debe ir con bozal según el nuevo Código de Policía, y el que tendrá siempre la
culpa en caso de un incidente, así el otro perro lo ataque primero y su dueño
sea el de la tenencia irresponsable.
Somos los dueños de Pitbulls, Rottweileres, Dóbermans entre
otros, los que debemos pagar multas y comprar pólizas que aún no están disponibles
en el mercado ni están reguladas por el Estado. Somos nosotros los castigados
de antemano, aunque usualmente son los dueños de las otras razas los que no se
informan, no atienden adecuadamente a sus mascotas, saben muy poco de
comportamiento canino y menos de cómo educarlos y disciplinarlos.
Lo cierto es que hay una sola raza potencialmente peligrosa y
es la de los dueños irresponsables, la de los humanos prejuiciosos. La raza de
los malos ciudadanos que no cumplen las normas, que sacan a sus perros sin
correa y exponen a sus animalitos, a las personas y a otros perros. La raza de
los amos que no recogen los desechos de sus perros. La raza de personas que
traslada a otros su responsabilidad sin aportar en nada a su sociedad. La raza
de gente con perros supuestamente “normales” pero que ladran por todo y como
son pequeños o “inofensivos” nadie los disciplina, les permiten todo porque son
“lindos”, les ponen moñitos y ropa como si fueran personas, y por eso son más
tiernos que un pitbull con bozal. Pero en realidad son perros maleducados y
agresivos que están estresados y malcriados, que salen a ladrar a cualquier
persona o animal y que son maltratados en buena medida por la negligencia de
sus dueños. Esa misma raza de irresponsables es la que priva de comida a los Pitbull
y los obliga a pelear, creando así la mala fama de toda una raza cuando en realidad
solo consiguen que unos cuantos perritos se comporten agresivamente por todo
ese dolor y maltrato que sufren.
Esas son las razas potencialmente peligrosas. La de
aquellos que condenan de antemano llamando desde el desconocimiento a estos
perros como “potencialmente peligrosos” cuando los veterinarios y expertos las
denominan razas fuertes, porque no
tienen nada inherentemente violento ni agresivo. Esas son las razas que debemos acabar. Porque esas
razas no solo generan problemas en el barrio al no recoger el popó o reírse
porque su perrito “no peligroso” ataca a otro.